La organización política territorial de
los oretanos ha sido una de las mejores investigadas por los historiadores.
Cástulo sería una de las mayores ciudades de la Hispania prerromana, alcanzando
una extensión de 50 ha.
El territorio estaba organizado de forma
centralizada. Las principales ciudades distaban una media de 10 km del
Guadalquivir y se situaban en las vías de comunicación, por lo que controlaban
un amplio territorio en al que se situaban una serie de poblaciones menores.
Estas de una extensión de 5 ha, controlaban los pasos y los límites del
territorio.
A lo largo de todo el territorio
aparecerían una serie de torres fortificadas. En la Oretanía se encontraban los
más importantes santuarios ibéricos; éstos se situarían tanto en cuevas como en
espacios abiertos. En casos como el del Collado de los Jardines (Despeñaperros)
se protegían con murallas hasta alcanzar las 25 ha de extensión.
La mayoría de los santuarios fueron
fundados durante el período orientalizante. La producción de esculturas
funerarias, los exvotos de bronce, la rica orfebrería, las armas de hierro, las
cerámicas pintadas de tipo geométrico muestran la existencia de un importante
artesanado especializado, que fabricaría objetos destinados al consumo de las
elites.
Las poblaciones eran como ciudades estado,
cada una independiente de la otra.
Tenían buenos vínculos con los pueblos del
exterior y con las gentes procedentes del mar, es decir con sus vecinos y con
los colonizadores orientales tanto griegos como fenicios.
Algunas poblaciones ofrecen rasgos
similares a las poblaciones Turdetanas o tartésicas, o quizá conjuntada con las
características carpetanas y contestanas, teniendo en cuenta su vecindad, es
notable las poblaciones oretanas tuvieran grandes influencias de ellas, o
poseyesen una serie de similitudes con las ciudades de las regiones colindantes a ellas, con las
cuales comerciaban y tenían otras clases de relaciones.
ORGANIZACION SOCIAL ENLA ORETANIA
Había gente
adinerada que estaba al rededor del régulo o jefe del poblado, , que eran los
comerciantes y artesanos, además de la
clase más humilde de carácter agrícola y ganadera.
También había guerreros.
Se regían
por la Fides o devotio ibérica.
La devotio ibérica era una forma especial de clientela
militar existente en la sociedad ibera prerromana. Se trataba de vincularse por
una doble vertiente:
- Por un lado, los clientes o devoti, consagraban su vida a su rey o jefe, al que tenían la obligación de proteger en el combate, a cambio de su protección, mantenimiento y un mayor estatus social, ya que el jefe pertenecía a la clase dominante, y esto se reflejaba en sus clientes.
La otra vertiente, es la divina. Los clientes, consagraban
su vida a una divinidad para que se dignase a aceptarla en el combate a cambio
de la salvación de su jefe; por ello, debían protegerle con sus armas y su
cuerpo aun a costa de su vida. De ahí, que los devoti, estuviesen
obligados a suicidarse en caso de que su jefe muriera, ya que sus vidas eran
ilícitas al no haber sido aceptadas en trueque por la divinidad. Cabe destacar
que este vínculo se perfecciona con un juramento a la diosa Tanit, la más
importante de las diosas de la mitología cartaginesa.
El ibero realiza la devotio ibérica a cualquier
individuo, de ahí que esta institución tenga un carácter disociador, dado que
no integra una conciencia de unión a modo o similitud del concepto de patria.
Más tarde los romanos la integrarán condicionándola, y aprovechándose a su
conveniencia de este cometido.
La devotio se
complementaba con otros pactos llamados de hospitium: mediante estos,
una persona o un grupo, se integraba en otro.
La relación subsiguiente era en plan de igualdad, sin la
estrecha vinculación de la devotio.
Esta práctica estaba muy extendida, y no sólo se usaba entre
miembros del mismo pueblo: según historiadores clásicos (Tito Livio y Plutarco
entre otros), los generales romanos que fueron a la Península, utilizaron
escoltas formadas por devoti. Para estos militares, la devotio
tenía ventajas sobre la clientela romana: el juramento a los dioses obligaba al
cliente con más fuerza, aunque era una fidelidad interesada como la de Sagunto
a Roma o la de los edetanos a Escipión.
Diversas fuentes incitan a pensar la posibilidad de que la devotio
ibérica desempeñara un papel importante en los orígenes del culto al emperador,
ya que Q. Cecilio Metelo, durante la Guerra Sertoriana, recibió honores divinos
de los indígenas en Córdoba; y al general romano le recibían en las ciudades
con sacrificios y altares.
El ritual de la devotio
ibérica era el mismo que en el caso de la clientela: la presentación del
cliente al patrono, reconocerle como jefe, y la aceptación de dicha persona. Es
posible que existiera una ceremonia especial, con un sacrificio ritual, del que
quedarían vestigios en el juramento de Ampudio; quizás se tratara de un
sacrificio humano y el de su caballo, ya que con ambos se refrendaban los
pactos.
Para lo oretanos los animales lo expresaban todo, cada uno
en su sitio, representaban la fertilidad y la fecundidad.
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