El uso del azafrán que tenía distintos
usos, que, además del culinario, fundamentalmente tendían a usarse como tintes
para la ropa. que ya lo conocían los Sisapenses o habitantes de Sisapo
en Grecia se remonta a época antiquísima. En las excavaciones de la Isla
de Tera (Santorini en la actualidad), se han encontrado frescos en los que se
representan muchachas jóvenes recogiendo azafrán, las llamadas Saffron-Gatherers; en la misma casa, en
otro panel mural, otras muchachas parece que ofrecen azafrán a la sacerdotisa
de la diosa, vestida con un peplo de color azafrán, todo ello se interpreta
como un rito iniciático de paso a la madurez.
Los fenicios, grandes marinos y
comerciantes, progresaron gracias al lucrativo negocio de las especias, y
convirtieron a su ciudad de Tiro en un gran centro de distribución que
abasteció a toda la zona del mediterráneo entre los años 1200 y 800 antes de C.
Cuando el centro de poder se trasladó
desde Egipto a Babilonia y Asiria, los Árabes mantuvieron el control sobre el
suministro de especias desde el Este, durante el desarrollo de las
civilizaciones griegas y romanas. El cultivo en Europa está documentado en esa
época tan reciente (año 1700 a. C.). Los micénicos, al llegar a Creta, se
encontraron con un sistema de cultivo de plantas que desconocían y que
desempeñaban un papel importante en la industria minoica.
A la isla llegaría el cultivo del azafrán
a través de los contactos comerciales con cercano oriente, como se demuestra
por las “palabras viajeras”.Por tanto se puede decir que este era un material
preciado por los antiguos colonos tanto fenicios como griegos.
Los fenicios lo compraban ya envasado en
frascos egipcios o en tarritos fenicios, aunque crecía de manera natural en las
regiones septentrionales del país. Muchas de las naves de los fenicios tenían
todo su espacio de carga ocupado por el azafrán, y diseminaban por los diversos
países todas las diferentes formas en que podía usarse.
Ellos mismos lo utilizaban para cocinar y
como tinte. La forma de hacer estos tintes era diferente según cada época y
pueblo. Su origen se sitúa en Asia Menor, hace más de 3000 años. En el palacio
de Knosos (Creta), un fresco minoico pintado entre 1500 y 1600 a.C, muestra el
azafrán como droga terapéutica, mientras que la referencia escrita más antigua
aparece en un tratado botánico asirio del siglo VII a.C. Se dice que Alejandro
Magno (356-323 a.C) en sus campañas asiáticas, utilizaba el azafrán persa en
sus infusiones y abluciones, costumbre que llevó consigo a Grecia.
En Mesopotamia cultivaban la flor para
usarla como afrodisíaco así como para teñir y aromatizar. Entre los
fenicios, las sábanas teñidas con azafrán eran lo más elegante para las noches
de boda, así también su fragancia y virtudes afrodisíacas se ensalzan en la
literatura griega y romana. Por otra parte Hipócrates, Dioscórides y Galeno lo
mencionan en sus escritos como planta medicinal (sedante, estomacal,
expectorante, abortiva, antihistérica...). Los egiptólogos han encontrado
numerosas referencias de su uso en el antiguo Egipto, como medicina y como
parte importante de los rituales religiosos. Y Cleopatra (69-30 a.C) lo
introducía en sus cuidados de baño.
En India se convirtió en ingrediente
clave de las comidas, pero también era muy preciado como tinte (los monjes
budistas eligieron su color para sus túnicas) y como ofrenda a los dioses d la
mitología hindú.
El primer tratado chino de
fitoterapia, escrito entre el primer y segundo siglo a.C por Shennong
Bencaojing, recoge sus cualidades organolépticas y medicinales. Los
primeros en difundir el azafrán fueron los comerciantes del Imperio persa.
Abrieron y consolidaron rutas que unieron el Mediterráneo y China, por ellas
circuló entre fardos de seda y otras especias. Más tarde griegos, romanos y
turcos ayudaron a introducirlo en Europa, aunque con la caída del imperio
romano vino también el declive de su cultivo. El segundo difusor importante del
azafrán fue el pueblo árabe que con su invasión de la Península Ibérica lo
introdujo en España.
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