viernes, 17 de marzo de 2017

ORFEBRERIA


    Importante para una valoración final es relacionar los collares representados en varias esculturas, especialmente exvotos, con la producción de objetos en oro y plata contemporánea, cuyos modelos serían los copiados por los escultores y broncistas. Los registros arqueológicos evidencian que la sociedad oretana desde finales del siglo VII a.C. hasta época romana desarrolló una producción de orfebrería (oro v plata) paralela a la del bronce, potenciada por los recursos mineros de la región; prueba de ello son algunos adornos de oro del período orientalizante y los numerosos tesoros de plata ocultados en el último período Ibérico.    
    Una muestra de esa orfebrería son dos colgantes en forma de "U", uno procedente del Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén) en el Museo de Linares (Blanco, 1960), y otro de Tugia, (Toya, Jaén); y una tercera pieza, colgante en forma de bellota, una ofrenda del santuario de Castellar.
     Estos colgantes en "U", al que habría que añadir otro conservado en el M. Instituto Valencia de Don Juan, son una creación ibérica de talleres locales evolucionados a partir de los estuches amuletos de tradición oriental como los de Aliseda. Su elaboración y diseño muestran las características heredadas de la orfebrería orientalizante ibérica del siglo VI a.C. como  son las técnicas de granulado y filigrana, mientras que en la temática se mezclan esquemas orientales y griegos, pero todo ello con un fuerte estilo griego, reflejo de la corriente helenística introducida por los cambios de los mercados comerciales y que marcará los estilos artísticos de Levante y Sureste desde el siglo VI a.C.
     El arraigo de este tipo de colgante entre la población ibérica del sureste se manifiesta en la iconografía y orfebrería; y una prueba de su originalidad local pueden ser los bronces de la colección Candela; dos matrices procedentes de Moixent (Valencia) que además nos informan de la existencia de talleres y artesanos especializados.
    En cuanto a los colgantes en forma alargada, o de bellota, responden a la misma tradición oriental y son frecuentes en ajuares funerarios de las necrópolis fenicias de Cartago, Utica o Trayamar (Quillard, 1979, p. 392) y también en ajuares funerarios de La Joya (Huelva) y Carmona (Sevilla); pero con diferencias de perfil, dimensiones y decoración (Nicolini, 1990, láms. 119, 130). El marco cronológico de su desarrollo es de fines del siglo VII y VI a.C.
    En cuanto, a los torques ibéricos de plata, su número conocido es numeroso y se concentran en la región del Alto Guadalquivir donde es posible que se origine su forma más característica. Casi todos ellos proceden de depósitos tesaurizados, algunos junto con monedas, en zonas próximas a los centros de explotaciones mineras. "Tomando como dato la ocultación y el estado de amortización, se puede proponer que son adornos de uso en la sociedad ibérica del período ibérico pleno, con una cronología de uso del siglo IV al II a.C.
    Toda esta producción de orfebrería no puede explicarse de forma aislada ni desde la descripción, sino que debe ser entendida dentro del desarrollo de la metalurgia en un marco espacio-temporal de mitad del siglo VI a.C. v en la región oretana, cuando las estructuras sociales del período orientalizante se han desestabilizado y los grupos sociales evolucionan hacia una estructura estatal; momento en el que las clases dirigentes necesitan mostrar su rango. Según algunas interpretaciones no se puede decir que existiera una monarquía, sino una aristocracia tribal que regía las ciudades v controlaba la extracción v comercialización del metal, quizás canalizada desde la ciudad de Cástulo, el más importante nudo comarcal desde el siglo VII a.C.

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