domingo, 19 de marzo de 2017

LA ORETANIA


       Esta región no nos aporta tantos datos como la Contestanía, ya que,  que aunque   hay menos yacimientos, los hallazgos han sido abundantes, pero no encontrándose tan esparcidos como ocurre en zona contestana.
      Sus santuarios son los más ricos del mundo ibérico. Nuestra Historia-Cronología comienza en el siglo VI antes de Cristo. Encontramos la meseta sur poblada por tres pueblos, Oretanos y Carpetanos de origen Íbero, y Germanos de origen celta.
     La fusión de oretanos y germanos, con contactos, aportaciones y probablemente mezclas con los carpetanos son, según la mayoría de los autores, los orígenes de la población autóctona del área geográfica que aquí se expresa.
     La Oretania estaba situada entre las actuales provincias de Ciudad Real, Toledo y norte de Jaén, los primitivos pobladores de La Mancha fueron llamados oretanos por los griegos.
     Y su tierra fue llamada Oretania. El término geográfico «Oretania» aparece por vez primera en las fuentes grecolatinas que hablan del dominio cartaginés en la Península Ibérica y en las que relatan los comienzos de la conquista romana del territorio hispánico.
     La Oretania fue una región y cultura ibera, que en época posterior, en el siglo VII a. C. presenta influjos celtíberos reflejados en los restos de cerámica que llegaría hasta ellos fruto del comercio con esta región, que abarcaba la parte suboriental de la Meseta (en torno a las ciudades actuales de Montiel, Valdepeñas y Almagro) y la zona oriental de Sierra Morena (en torno a las ciudades actuales de Linares, Úbeda/Baeza, La Carolina).
      Los enclaves prerromanos oretanos eran fortalezas de colina (oppidum, en la práctica auténticas ciudades-estado, que debían organizarse en confederaciones en momentos de crisis a un Rey superior. Aparece mencionada en distintas fuentes clásicas (Estrabón, Polibio y Ptolomeo); narrando la fuerte resistencia de los oretanos contra los cartagineses Amilcar Barca y Asdrubal el Bello; hasta que Aníbal Barca logró casarse con la princesa Himilce y unir la Oretania a sus posesiones.
     Orissia (actual término de Vilches) era la ciudad principal, que dio nombre a todo el pueblo oretano u orissio, hasta que fue exterminada por los romanos (90 a. C.). Despues, la capital de la región fue Cástulo (Linares), y otras ciudades importantes eran Tugia (Martos), Toya (Peal de Becerro), Ipolca (Porcuna), Iliturgi, (Andújar), Iltiraka (Úbeda), Orongi (Jaén).
    En la región septentrional; la Oretania Germana, tenían como segunda capital a Oretum u Oretum Germanorum (Granátula de Calatrava); y como ciudad principal el Cerro de las Cabezas(Valdepeñas), cuyos habitantes suponían el 1% de la población de toda la Península Ibérica. También destacaban: Gemella Germanorum (Almagro), Larcurris (Alarcos) perteneciente al término municipal de Ciudad Real, así como Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente) eran los núcleos urbanos más importantes.
     Destaca la riqueza minera de la zona, que estimuló el comercio con los fenicios y los cartagineses.
    Posteriormente se convirtió en uno de los centros de aprovisionamiento de Roma, a las que proporcionaba minerales y aceite.
     La zona estuvo poco romanizada, pero se potenció como en ningún otro lugar de Hispania la creación y el mantenimiento de vías de comunicación con el fin de favorecer la salida de sus productos.      
      Eran una etnia  que estaba   en una zona intermedia e intermediaria entre varios pueblos  o culturas  diferentes razas así  turdetanos, bastetanos, contestanos, carpetanos, vetones, lusitanos y celtas con los  que transmitían elementos culturales y étnicos.  Han pervivido algunos nombres de sus régulos o reyezuelos, como  por ejemplo Orissón, único guerrero que consiguió derrotar a los cartagineses en Heliké con una curiosa estratagema.
     Si por una parte explican su temprana y profunda iberización, por otra se celtizaron intensamente.
     Así se explican algunas confusiones históricas como: Que la ciudad de nombre céltico Miróbriga (cerca de Capilla, Badajoz) sea considerada por Plinio el Viejo como túrdula y por Ptolomeo en una ocasión turdetana y en otra oretana.
    La confusión entre dos Mentesas limítrofes, como son la Oretana y la Bastetana omitida y mencionada respectivamente por Plinio y Ptolomeo, ambas con topónimo de dos pueblos distintos, pero ubicados en la Oretania, lo que ofrece otra muestra más del complejo mosaico étnico de estas zonas. Lo mismo se deduce de la referencia de Plinio a que los celtas de la Beturia, que corresponde a las mismas tierras, procedían de celtíberos de Lusitania.
   También existe cierta confusión con la ciudad de Laminium, calificada por Ptolomeo como carpetana cuando, independientemente de dónde se la sitúe, debió ser oretana.
   Ptolomeo célebre matemático, vivió en tiempos del emperador Antonino Pío, en el siglo II d. C.; nos ha legado unas famosas tablas geográficas de suma importancia en su Geographiké-Hyphégesis (Indicatorio Geográfico).
    Nos ofrece una enumeración de localidades, con su longitud y su latitud calculada matemáticamente en grados y minutos.
    En su Libro II, VI, sitúa al Mediodía de los celtíberos y de los carpetanos a los oretanos y sus ciudades en número de 14 son: Salaria (Sabiote), a 9° 20" y a 40°, Sisapone (La Bienvenida Almodóvar del Campo) a 10° y a 39° 55", Oretum Germanorum (Granátula de Calatrava) a 9° 10" y a 39° 40", Aemiliana (sin localizar) a 10° y a 39° 40", Mirobriga (Capilla, Badajoz), a 9° 30" y a 39° 30", Salica (La Solana), a 10° 40" y a 39° 25", Livisosa (Lezuza, Albacete), a 11° 25" y a 39° 30", Castulo (Cazlona, Linares), a 9° 30" y a 39°, Lupparía (sin identificar), a 9° 45" y a 39°, Mentesa Oretana (Villanueva de la Fuente), a 10° 25" y a 39°, Cervaría (Vilches, Jaén), a 11° y a 39° 5", Biatia (Baeza, Jaén), a 10° y a 38° 45", Laccuris (Lacra, Jaén), a 10° 20" y a 38° 30".
     Por último, Plinio denomina a la ciudad epónima como Oretum Germanorum, lo que parece confirmar la presencia de elementos célticos infiltrados por estas zonas en épocas diversas aunque probablemente tardías, a través del pastoreo, la minería, el empleo de mercenarios y, finalmente, como clase dominante.
A partir de esta situación se podría decir que existían dos Oretanias: Una, al sur de Sierra Morena, de etnia íbera pura, con capital en Cástulo.
   Otra, al norte, con más influencia de los Oretanos Germanos (Oretani Germani), de influencia céltica.
   La parte suroriental, esencial para las relaciones entre el Guadalquivir y el Levante por ser el paso de la vía de Hércules, ofrece intensas relaciones con el Sureste ya desde el Bronce final; culturalmente se relaciona con los contestanos, aunque serían bastetanos según la interpretación de Ptolomeo, ofreciendo, en consecuencia, parecida evolución histórico-cultural.
  Toda la parte meridional y central, desde Sierra Morena hasta la cuenca del Guadiana, corresponde a los oretanos, que deben considerarse ibéricos por su sustrato, sus características culturales e, incluso, por lo poco que sabemos, por su lengua.
   Estas gentes, originarias de Sierra Morena y el borde de la Meseta, controlaban el desarrollo por influjo turdetano, con grandes centros de más de 10 ha. como Sisapo (Bienservida), Alarcos o el Cerro de las Cabezas (Valdepeñas, Ciudad Real), que controlaban amplios territorios y las vías de comunicación y que, al menos en época tardía, pudieron estar bajo el dominio de un único soberano, lo que explicaría el matrimonio de Aníbal con la princesa oretana Himilce.
   La intensa iberización de los oretanos se produce ya en época orientalizante, a juzgar por sus cerámicas. Sus santuarios son los más ricos del mundo ibérico. Sierra Morena, más que una frontera, era una línea montañosa de encuentro que unía ambas etnias gracias a la existencia de numerosos santuarios en sus proximidades que obligaban a peregrinar a la zona. Las fuentes clásicas ya diferenciaban dos Oretanias: Plinio el Viejo citaba: Oretani qui et Germani cognominantur .
     Polibio también distinguía entre estas dos Oretanias, haciendo referencia a unos oretanos ibéricos al sur de Sierra Morena. Ptolomeo asimismo lo mencionaba hablando de una Oretania Germánica al norte (2,6,58). Igualmente cabe destacar que estos mismos autores clásicos han incluido el territorio que comprendería la Oretania dentro de los pueblos celtíberos, por ejemplo en este pasaje de Estrabón 3, 2.11:
     Pasando la Idubeda se llega en seguida a la Celtiberia, que es grande y desigual, siendo su mayor parte áspera y bañada por ríos, ya que por esta región va el Anas
    Posidonio hacía igualmente referencia a que el río Anas y el Tagus (Tajo) discurrían por Celtiberia:
    Los Pirineos separarían Galia de Iberia y Celtiberia, región por la que discurren el Anas y el Tagus (5, 35).
   Aquí también se incluiría a los carpetanos como un pueblo celtíbero.
    El historiador Gregorio Carrasco añade incluso que los Oretanos podrían ser una parte importante de Celtiberia, puesto que en la ya famosa cita de Plinio el Viejo hay algunos elementos que tendrían que estudiarse más a fondo: Oretanos a los que se apoda Germanos, cabeza de Celtiberia.
   El territorio de esta Oretania Germánica sería el comprendido al norte de Sierra Morena, en las provincias de Ciudad Real, noreste de Badajoz y oeste de Albacete; en cambio, la íbera quedaría al sur de Sierra Morena.
    Los oretanos (orissos en griego) vencieron al cartaginés Amílcar aproximadamente en el año 230 a. C., cuando estaba sitiando Heliké (ciudad de ubicación desconocida; se baraja la hipótesis de Elche de la Sierra entre otras). Himilce, hija del régulo oretano de Castulo, se casó con Aníbal para sellar un pacto entre oretanos y púnicos, en el contexto del tratado del Ebro entre romanos y púnicos.
    Resumiremos diciendo que aquí en esta zona convivían dos  etnias oretanas una de carácter germánico (llamémosle Celtas) y otra de gentes prácticamente íberas, por llamarlas de algún modo.
   Hay autores que dicen que eran íberos con probables raíces indoeuropeas.
   La economía básica de éste pueblo prerromano, al igual que en el resto del ámbito ibérico, se constituía por la agricultura y la ganadería. Dentro de la producción agraria, serían los cultivos cerealísticos por un lado, y los cultivos arbustivos por otro concretamente vid y olivo, los más característicos.
   Por lo que respecta a la ganadería, la riqueza vacuna y caballar debía tener gran importancia. Asimismo la cría de ganado ovino y caprino estuvo muy desarrollada manteniéndose en épocas posteriores. Como complemento de la ganadería, la práctica de la caza debió estar muy generalizada, en relación sobre todo a cérvidos y conejos.
     A estas actividades económicas, habrá que añadir la explotación de los recursos mineros, muy abundantes en toda la región oretana.   
    Las minas de cinabrio de Sisapo (en torno a Almadén), que tanta importancia tendrían posteriormente según los textos clásicos, debieron ser conocidas con anterioridad.
   Aunque, los niveles de explotación alcanzados en los yacimientos mineros oretanos en época prerromana, debieron ser muy limitados.
    En estrecha relación con la actividad minera, está la artesanía del metal, constatada a través de la gran cantidad de exvotos hallados, así como a través de los diversos tesorillos como el de Torre de Juan Abad integrado por una serie de piezas realizadas todas ellas en plata.
    Desde un punto de vista religioso, los cultos más representativos suelen presentar un carácter agrario y naturalista, en donde además el proceso de sacralización de las fuerzas de la naturaleza, y de determinados animales fantásticos o reales, jugaría un papel importante.
   En Alarcos han aparecido estelas con figuras zoomorfas y existía un arte de gran calidad al servicio de las elites refinadas y poderosas, como lo indican las cerámicas, los bronces y los mismos tesoros argénteos, tan frecuentes en la zona de Sierra Morena. Y en Castellar (Jaén), han sido hallados en el importante santuario de la Cueva de la Lobera más de 3000 exvotos ibéricos.
    Se emitían monedas de plata en algunas poblaciones de la Oretania, creyéndose que los cartagineses emitieron  en algunas ciudades. 
La escasez de monedas o cecas de emisión en estos pueblos, no nos permite conocer de una forma determinada muchas de sus costumbres.

INFLUENCIAS ORIENTALIZANTES EN LA ORETANIA



Se conoce como periodo orientalizante a la etapa que vivieron las distintas regiones de Hispania desde finales del siglo VIII a. C. y durante el siglo VII a. C.
   El período Orientalizante fue el resultado del influjo cultural transmitido fundamentalmente por las colonias fenicias, que divulgó por muy diversos ambientes la «Koine» cultural formada por las más altas culturas del
Mediterráneo Oriental. Se caracteriza por la expansión de los elementos traídos por los colonos fenicios que se introducen en la cultura local.
   El nombre de dicho período proviene de la influencia que pueblos más orientales —como Fenicia, Grecia y Asiria en su etapa final—, que muestran los nuevos materiales (tejidos, marfiles), manufacturas y técnicas artísticas griegas durante este periodo.
    A raíz de los hallazgos u objetos encontrados vemos que la intensa iberización de los oretanos se produce ya en época orientalizante.
   El periodo orientalizante puso las bases de una sociedad urbana que se daría plenamente en Oretanía a partir del siglo V a.C. y con más fuerza en el siglo IV a.C., produciéndose un desarrollo importante demográfico, cultural y económico.
   El carácter orientalizante en la Oretanía viene reflejado en que los fenicios y griegos  que explotaban las minas de Almadén para sacar el cinabrio, por tanto, es lógico que trajesen con ellos su cultura y también sus utensilios, baratijas o bienes muebles.
   La influencia cultural orientalizante se produjo a lo largo del sigo VI a.C., influjo que tuvo especial impacto en la ciudad de Cástulo.
   En la artesanía del metal es importante resaltar los miles de exvotos que han aparecido en los santuarios ibéricos, así como toda una serie de bronces de influencia orientalizante, sobre todo en la zona del Sudeste, que son similares a los bronces tartésicos.
   La influencia tartésica cesó a finales del siglo VI a.C., sin embargo, a pesar de ello, las ciudades oretanas alcanzaron un gran desarrollo durante el siglo V a.C. La base de la economía de los oretanos sería la ganadería.
      La agricultura se desarrollaría paralelamente al proceso de iberización, lo que supuso una reorganización del territorio.
     La minería se desarrollaba en torno a los distritos de Cástulo y Sisapo. Los metales extraídos atrajeron la atención de los comerciantes fenicios y griegos.
    En el siglo VI a.C. se asentaron fenicios en la localidad de Cástulo. El aumento de la riqueza y la necesidad de asegurar las rutas comerciales produjo el nacimiento de una jerarquización de la sociedad y el nacimiento de un poder centralizado.
    La existencia de esta aristocracia quedaría reflejada en las necrópolis, en las que se realizaba una cierta heroización del difunto. La mayoría de los enterramientos serían de incineración. En Cástulo había grandes túmulos cuadrados decorados con mosaicos y adornados con esculturas, que representarían a miembros de la nobleza local.
    El florecimiento económico durante los siglos V y IV a.C. hizo que la influencia cultural oretana se extendiese hacia la Meseta, La Mancha y a partes de la Bastetania y la Turdetania. A lo largo del siglo III a.C. la influencia de la cultura material de los oretanos se extendió hacia el reborde de la Meseta y La Mancha, como demostrarían los talleres artesanales encontrados en Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla) y El Amarejo (Albacete).
     En este mismo siglo se produjo una profunda asimilación de la cultura púnica.
    A la llegada de Amílcar Barca existirían verdaderos basileus o reyezuelos, el más importante de los cuales era Orisón, quien mandaba sobre doce polis.
    Para estrechar sus relaciones con los oretanos Aníbal contrajo matrimonio con una princesa oretana. Tras la sumisión de Orisón a Asdrúbal quedó pacificada toda la Oretania. La producción minera se aumentó con el control directo de los cartagineses y posteriormente con los romanos. Una de las minas, al denominada Baebelo, proporcionaba a Aníbal un total de 300 libras de plata diarias.
    Los lazos establecidos por Aníbal con los oretanos hizo que ciudades como Cástulo e Iliturgis permanecieran fieles a Cartago durante la Segunda Guerra Púnica.
  Por su situación geográfica y ser una zona de paso de gentes es posible que los orientales tanto griegos, fenicios y otros pueblos se asentasen y fundasen colonias o transportasen todos sus objetos como producto de intercambio por sus riquezas minerales.
    La totalidad de las importaciones fenicias de lujo, así como todos los elementos orientales considerados como bienes de prestigio, son absorbidos por un grupo restringido de la sociedad  oretana, gracias a haber asumido el control de los recursos naturales del territorio.
   Los griegos –focenses, samios, rodios y eginotas, sobre todo- , a su vez, siguieron las rutas comerciales trazadas por los fenicios cuando se adueñaron del comercio marítimo y de sus colonias, y crearon nuevas factorías por toda la costa mediterránea adentrándose hacia la meseta por las vías fluviales y valles y vinieron a completar el mapa colonial, hasta que hagan presencia los púnicos
    Se halló una sortija de plata con un grifo alado en el Cerro de las Cabezas y como sabemos el grifo es de filiación oriental de carácter fenicio.
     En numerosos yacimientos de la Oretania hay algunos exvotos de la imagen del dios guerrero Reshef, Señor del Rayo, realizados en bronce con la técnica de la cera perdida, de origen fenicio,  son en su mayoría representaciones de formas humanas, generalmente figuras masculinas desnudas que resaltan a las claras sus atributos sexuales. El Castigador, traído por los fenicios desde Egipto y con gran predicamento entre los cananeos ya desde el siglo XVIII a.C.
    La riqueza minera de la zona, estimuló el comercio con los fenicios los griegos y los cartagineses.
  Hay fragmentos de cerámica de engobe rojo, de tradición fenicia. También se encuentran fragmentos  de cerámicas de copas áticas de barniz negro.
   Se podría pensar que estas piezas estuvieron hechas  en talleres de  artesanos locales.
    El culto al lobo en el mundo ibero que esta relacionado con el Anubis Egipcio guardian del mas alla al que se le llamo "el dios de los occidentales" en los jeroglificos Egipcios.
   En la cámara sepulcral de Toya vemos que los elementos arquitectónicos la relacionan con Grecia, Asia Menor, Egipto y en especial con las culturas etrusca y fenicia.
   En esta cámara sepulcral se refleja una crátera griega, importada de la Italia Meridional con figuras rojas sobre fondo negro que representa al dios del vino, Baco, desnudo, al que dos genios alados van a imponer un collar, y varios vasos y platos de estilo igualmente griego.
   J. CABRE deduce  que  la cámara de Toya corresponde a una tribu hispano-andaluza del siglo V a II a.C., que vivía bajo el dominio económico de los cartagineses, explicándose así sus admirable síntesis de elementos culturales mediterráneos.
 Una Artemis  de  carácter griego acompañada de ciervos se ve representada en una de las esculturas de  Obulco.
  Los fenicios introdujeron en Occidente una serie de animales fantásticos que gozaron de gran aceptación entre los íberos, que probablemente recibieron culto o fueron grabados como amuletos como la esfinge de los Villares de Andujar, o los grifos procedentes de varios yacimientos.
   Los leones o ciervos guardadores de las tumbas en diferentes sitios hallados nos expresan una clara procedencia oriental de dichos animales.
 De influencia Rodia o Hitita son varias joyas y tesorillos encontrados en diversos puntos de la Oretanía, de carácter orientalizante son los braserillos encontrados en  el Santuario de esta Despeñaperros.
 Ya fuesen objetos de importación o de fabricación local, se puede decir que la Oretanía estuvo inmersa también en el mundo orientalizante.
    En el Cerro de la Bienvenida se han producido importantes hallazgos que nos demuestran la inserción de la localidad en la cultura y economía de los Tartesos a finales del siglo VIII a. C.
    Las minas del Hinterland de Cástulo tenían más importancia que las de Huelva, de ahí, que estuviese transitado por pueblos de carácter oriental.
  En cuanto a la religión vemos que adquieren diversos dioses  de carácter fenicio, así, en Castulo se hallo una Astarte entre Caballos, con un peinado de Hator y orejas de vaca.
  Un texto hallado en Ugarit menciona los caballos de la diosa fenicia Astarte.   
   En Puente Tablas se ha encontrado un peine de marfil decorado de carácter fenicio.
 Esto demuestra una vinculación fenicia  de la diosa de los caballos, en el Alto Guadalquivir o en la región oretana.
  La numerosa presencia de materiales griegos, fenicios y de otros objetos exóticos en estos poblados del alto Guadiana refleja la importancia del comercio en este momento que, sin duda, se vio favorecido por su posición estratégica. 
  La presencia temprana de los yacimientos oretanos pone de manifiesto que la mayoría de ellos  recibieron influencias griegas desde los primeros momentos de la iberización

sábado, 18 de marzo de 2017

EL PROCESO DE IBERIZACION


        A principios del I milenio a.C., se produce sobre el sustrato indígena, heredero del Bronce Manchego, la interacción de diversas tradiciones culturales que llegan a esta zona, tamizadas y reinterpretadas tras su paso por áreas limítrofes como la Meseta Norte, el Suroeste, el Sudeste y la Alta Andalucía. Como consecuencia de ello se inicia un proceso que acabará cristalizando en la iberización de las poblaciones aquí asentadas. 
      A partir del 750-725 a. C. se sitúa el comienzo de la Edad del Hierro en la Europa templada con la incorporación del nuevo metal. Al principio, éste nuevo metal será limitado a muy pocos objetos y es considerado como materia exótica y de prestigio, pronto se empezarán a fabricar con este metal armas, y se producirá su verdadera generalización a mediados del I milenio a. C.
    Su introducción en la Península se vincula al comercio fenicio, frente a la teoría tradicional que lo ponía en relación con corrientes traspirenáicas.
    El rasgo cultural que caracterizará a la Edad del Hierro será la incineración, que ya había hecho su aparición en el Bronce Final, aunque su auténtica generalización se producirá en esta época, en la Península Ibérica este ritual fue adoptado por todos los grupos hasta bien entrada la romanización.
      Con la llegada de estos nuevos pueblos del Mediterraneo a la Península se produce la iberización.
       Los establecimientos ibéricos se sitúan habitualmente en lugares próximos a curso fluviales, como es el caso del cerro de Oreto, La Motilla de la Isla de Cañas y el cerro de Las Cabezas, estos ríos además de constituir importantes vías naturales de comunicación posibilitan la existencia de suelos aluviales muy fértiles.
    La localización en lugares altos de parte de los yacimientos ibéricos conocidos debe responder a un planteamiento defensivo y de control del territorio, aunque existian poblados en llanura, en zonas de vegas, que podrían ser el soporte ganadero y agrícola de los grandes establecimientos en altura, como parece ser el caso del yacimiento Casa de Rana.
    Las dimensiones varían desde asentamientos de gran tamaño como es el caso de Alarcos, Oreto o el cerro de Las Cabezas que llega a alcanzar las 14 has. hasta los 1.800 m2 del cerro de Las Nieves de Pedro Muñoz.
     Será en la  IIª Edad del Hierro, cuando se produce la iberización de la zona primero y la entrada en el registro histórico con la posterior romanización.
    Es costumbre situar cronológicamente el comienzo de la II Edad del Hierro en el momento en que se produce la "iberización", el cual a su vez se define por la aparición de las cerámicas a torno pintadas, con origen en el Sudeste peninsular y Andalucía.
    Este fenómeno no fue sincrónico en toda la meseta, sino que comenzó primero en Albacete y sur de Ciudad Real y se difundió luego hasta las zonas más septentrionales a lo largo del siglo V a.C
   Empiezan A constituirse los grandes poblados que asumirán un especial protagonismo en el control y organización del territorio a partir de época prerromana.
   Se van estructurando las principales vías de comunicación que permitirán conectar esta área del interior peninsular con los focos más dinámicos del litoral facilitando los intercambios comerciales y culturales, rutas que en gran medida tendrán continuidad posteriormente en época romana e incluso durante la Edad Media.
    –Se inicia un proceso de intensificación económica basado en la explotación agraria y minera, encaminado a dar respuesta a la creciente demanda exterior con el fin de obtener elementos de prestigio de origen colonial.
    –Se empiezan a asumir una serie de novedades tecnológicas y culturales como el torno alfarero, la metalurgia del hierro o el ritual de la incineración de los difuntos.
      El doblamiento ibérico en el Alto Guadiana debió de desempeñar un papel importante el desarrollo experimentado por el flujo comercial a través de las rutas de esta zona sobre todo en su parte más meridional.
    El colapso económico que padece el área del Sudoeste de la Península y la fundación de Emporion van a favorecer el reajuste de las rutas comerciales por el interior de la Península en función de los intereses griegos que pretenden beneficiarse de la riqueza minera de Sierra Morena y Extremadura.
   Para ello se utilizaría la ruta que une Levante con Extremadura a través de Albacete y Ciudad Real con una desviación hacia Cástulo.
    A partir de finales del siglo VI a.C. asistimos a la progresiva consolidación de la cultura ibérica en este territorio de la Meseta Meridional respecta a la cultura material la denominada cerámica ibérica comienza a adquirir un creciente protagonismo, pero, de forma paralela, se aprecian otros cambios como la mayor complejidad que adoptan las estructuras urbanas, el desarrollo de una diversificada organización económica o la Incorporación de la escultura en el ámbito funerario.
    En este territorio meseteño es prácticamente total a mediados del siglo V a.C., momento en el se sitúa el inicio del Ibérico Pleno cuando los influjos externos, básicamente mediterráneos, han consolidado un proceso de aculturación interactivo, en el que las gentes aquí asentadas no se limitan a ser meros espectadores sino que irán adaptando su forma de vida, especialmente su organización económica, ante las nuevas exigencias derivadas de una intensificación comercial y cultural con otros ámbitos peninsulares en los que los interlocutores serán bien otros pueblos iberos o bien mercaderes mediterráneos.
    La profundización en los intercambios, tanto mercantiles como culturales, se manifiesta en el notable incremento que se percibe en la llegada de productos foráneos.
     En este sentido resulta especialmente significativa la presencia de materiales cerámicos griegos, que, si bien ya estaban presentes en la fase anterior, será a partir del ibérico pleno cuando experimenten un notable aumento, tanto en el volumen de restos recuperados como en la variedad de tipos y el número de yacimientos en los que se han podido documentar hasta la fecha.
    La llegada de este tipo de producciones cuya plasmación arqueológica son los restos cerámicos, pero que evidentemente remiten a una mayor variedad de productos como aceite, vino, perfumes, etc., de los cuales tan sólo nos queda su continente, se producirá como resultado de un intercambio comercial en el que los metales, dentro del contingente de productos exportados, asumirán un especial protagonismo.
   La riqueza minera de la región oretana fue destacada por autores grecolatinos como Plinio, Polibio, Posidonio o Livio, quienes realizaron inequívocas descripciones en torno a la abundancia de determinados minerales, sobre todo plata, plomo y mercurio, noticias que han sido confirmadas tanto a través de estudios mineralógicos como de excavaciones arqueológicas, que han permitido demostrar el aprovechamiento desde época antigua de zonas mineras de la provincia de Ciudad Real, especialmente en el área de Sierra Morena y el Valle de Alcudia.
   Las modificaciones afectaron sobre todo a la estructura socioeconómica y tuvieron como objetivo fundamental lograr una intensificación en la producción con el fin de adaptarse a las exigencias de un sistema de comercio típicamente colonial o asimétrico para poder asegurar la suficiente producción de metales, productos agrarios, sal esparto, pieles, etc. y de este modo satisfacer la demanda de los mercaderes mediterráneos que a cambio aportarán objetos de lujo muy apreciados por las jefaturas indígenas, cuyo control les permitirá consolidar su privilegiada posición.
    Entre mediados del siglo V y mediados del III a.C. se observa un gran desarrollo de la cultura ibérica en el ámbito del alto Guadiana con un número de asentamientos muy superior al período anterior.
    Algunos de los poblados más importantes de las fases anteriores continúan su desarrollo y alcanzan en este momento su mayor esplendor 
    El número de asentamientos considerados “genéricamente” como ibéricos y localizados hasta hoy se eleva a unos doscientos, pero al conocerse la mayoría por prospecciones resulta muy difícil establecer el período exacto de desarrollo, si bien el hallazgo de cerámicas griegas en superficie en algunos de ellos  permite situarlos en esta fase cultural.
    La preocupación por la defensa queda reflejada en la existencia de obras artificiales de fortificación, como ocurre en el Cerro de Las Cabezas que será amurallado a pesar de su gran diámetro, y que sufrirá a lo largo del desarrollo del poblado continuas reconstrucciones.
     La técnica de construcción de esta muralla consiste en el levantamiento de dos muros de escaso grosor, fabricados con piedras de mediano tamaño, que eran unidos entre sí por muros paralelos de menores dimensiones, el hueco que queda entre estos se rellenaba con piedras irregulares y tierra.
   Las ciudades de mayores dimensiones, se encuentran predominantemente en el Sur de la Península Ibérica, en un área que coincide con la antigua Turdetania y que incluye una gran parte de la Oretania y Bastetania.
   Según un intento de M.Almagro, de sistematizar la extensión de las ciudades y de los poblados ibéricos; concluye con que todas las ciudades ibéricas de más de 20 hectáreas, se encuentran en el Sur de la Península. Con las excepciones de Edeta (Liria), con 10-15 hectáreas, seguida de Ilici con 10 hectáreas, siendo todos los demás casos de ciudades, de menos dimensiones.
   El final de estos establecimientos no es sincrónico, varios continuarán siendo habitados hasta la época medieval, como es el caso de Alarcos, Oreto, entre otros, mientras que otros no llegarán a ser romanizados como ocurre en el Cerro de Las Cabezas.
    Para el comercio entre los propios ibéricos, y el comercio con el interior peninsular, no se posee demasiada información. No como el caso de los intercambios con el exterior: cerámica, del textil fenicio no hay ningún dato relevante.
     Los metales peninsulares sirvieron como fuerte atracción, desde mucho antes de la época ibérica, para los diferentes pueblos de Oriente. Confluyendo el comercio del metal en dos ámbitos: el metal de uso diario, y el metal suntuoso.
     Es decir el cobre y el estaño (para el uso cotidiano), y para los objetos suntuarios, estaban la plata y el oro. Los lugares de intercambio y comercio eran las ciudades de los fenicios (Gadir, Malaka, Sexi...), y el área griega de los alrededores de Cataluña.
     El interés principal del mundo oretano se centra en su papel intermediario en los procesos de transculturación ocurridos en estas tierras por la transmisión de elementos culturales y étnicos entre turdetanos, bastetanos, constestanos, carpetanos, vetones, lusitanos y celtas.
    Si por una parte explican su temprana y profunda iberización, por otra se celtizaron intensamente.
    Así se explica que la ciudad de nombre céltico Miróbriga (cerca de Capilla, Badajoz) sea considerada por Plinio como túrdula y por Ptolomeo en una ocasión turdetana y en otra oretana, lo que da idea del complejo mosaico étnico de estas zonas.
    Lo mismo se deduce de la referencia de Plinio de que los celtas de la Beturia, que corresponde a las mismas tierras, procedían de celtíberos de Lusitania.
    Por último, Plinio denomina a la ciudad epónima como Oretum Germanorum, lo que parece confirmar la presencia de elementos célticos inflitrados por estas zonas en épocas diversas pero probablemente tardías, como pastores, mineros, mercenarios y, finalmente, como clase dominante.
  La iberización se produciría a partir del siglo V a.C. avanzando desde la Oretania y la Contestania, evidenciada por la penetración del torno y de raras importaciones de cerámicas áticas como objetos de lujo.
    A partir del siglo IV a.C. parece existir una tendencia a establecer poblados fortificados, tendiendo a predominar los situados sobre lugares estratégicos que controlan amplios territorios y ejes de comunicación esenciales, lo que denota una jerarquización del territorio más tardía pero semejante a la de la Oretania, aunque no se tiene información sobre su urbanismo.    
    Hacia los siglos III-II a.C. pueden alcanzar gran tamaño, probablemente más de 10 ha., como Consabura (Consuegra), Toletum (Toledo), Complutum (Alcalá de Henares) o Villas Viejas, Contrebia Cárbica (Cuenca).
    De esta zona resultan peculiares ciertas cerámicas pintadas a cepillo, pero aún más la ausencia de armas, tan características de las necrópolis celtibéricas, lo que puede indicar tradiciones agrarias menos jerarquizadas y guerreras, aunque existen noticias de fuertes enfrentamientos de carpetanos frente a púnicos y romanos en el último cuarto de siglo III e inicios del II a.C.
    La formación de la Cultura Ibérica está ya lograda desde el siglo VI a. de. C. 
    Los influjos de los pueblos colonizadores fenicios, y en estas regiones, también griegos, son evidentes. 
     La importancia del comercio del metal en esta zona es básica para entender el proceso de jerarquización social y las transformaciones que permitirán crear unas condiciones cada vez más propicias para la transformación de las viejas comunidades del bronce final en la etnia oretana.

MINERIA


MINERIA

La plata y el plomo se extraían por fundido en hornos  de alta temperatura y una ventilación elevada. La metalurgia está en sus primeras fases en manos de la comunidad sin una especialización clara del trabajo. En cuanto a la orfebrería oretana vemos que hubo un desarrollo de esta metalurgia y cerámica y al disponer de hornos de cocción, pudo pasar al torno. Sacaban el mineral de las minas para su autoabastecimiento y para exportarlo por las diferentes vías comerciales. Debido a su proximidad con el área tartésica, los oretanos conocían la esclavitud y es posible que las minas estuvieran trabajadas por esclavos.
Según Plinio había sal en la vecina ciudad de Egelasta,  ciudad desconocida por la que pasaba la Vía Augusta y se cree que estaba en la provincia de Cuenca, la cual pertenecía al territorio de los olcades y era utilizada por los médicos y servía para las enfermedades de los ojos de los animales. Esta sal era de explotación minera como el plomo y la plata y no por evaporación como ocurría en las ciudades de la costa y zonas marítimas. También comerciarían con lapis especularis, de las minas que había en la región vecina y que les servían para hacer espejos y objetos decorativos de carácter suntuoso, que les  vendían a los fenicios, a griegos y a todos aquellos pueblos que de esos productos estaban necesitados. Por los hallazgos encontrados se sabe que en Sisapo había minas de cinabrio o bermellón (por su color) encontrado cerca de las minas de Almadén.

LAS MINAS DE ALMADEN


No se sabe cuando comenzó la explotación de la Mina de Almadén, aunque es posible que se remonte a la época de los fenicios y cartagineses. Durante la dominación romana la mina tuvo una gran importancia, pues se convirtió en el principal centro de producción de bermellón del Imperio.
    El bermellón no es otra cosa que cinabrio de gran riqueza, molido y lavado para eliminar las impurezas que contenía, generalmente de cuarzo. Se obtenía moliendo el cinabrio hasta reducirlo a polvo y, lavándolo varias veces se conseguía un color rojo muy potente. Con él se pintaban de este color múltiples cosas y objetos de lujo, desde los ojos de las estatuas de los emperadores hasta los coloretes de las mejillas de las patricias romanas.
     La importancia de esta mina nos la muestra Teophrasto cuando decía que “se estimaba mucho el cinabrio duro y de finas arenas que procedía de Hispania” o Plinio cuando nos explica que “esta mina se cerraba con llave, la cual guardaba el gobernador de la provincia y cada vez que la había de abrir era necesario una orden del Emperador, y que se volvía a cerrar en sacando la cantidad suficiente para enviar a Roma”.
    Una característica de la explotación en época romana es que la transformación del mineral se hacía en Roma, y no en Almadén. La utilización del mercurio o azogue por los romanos fue escasa, según Plinio el “argentum vivum (azogue virgen) que resuda el mineral, era útil para limpiar el oro de las impurezas”. El trabajo de la explotación fue llevado por esclavos, que tuvieron que aguantar un trabajo duro e insalubre.
    La ubicación de la mina o minas de azogue explotadas por los romanos es un tema que aún hoy en día es controvertido.   
   Actualmente se identifica a la lugar de La Bienvenida con la ciudad de Sisapo, aunque las minas de cinabrio, según Plinio, se encontraban en la región sisaponense, y no en la propia ciudad. Por ello, parece lógico pensar que la famosa mina era en realidad un conjunto formado por la minas de Las Cuevas, de Guadaperal (las cuales, al redescubrirse durante el S. XVIII, presentaban signos de haber sido explotadas por los romanos) y la mina de Almadén, que debido a una intensa explotación milenaria, ha borrado los restos de las antiguas explotaciones.
    La razón por la que el lugar de Sisapo se encontrase apartado de dichas minas se debe a que era también el centro gestor de todo un gran conjunto de minas que se localizan en esta zona de Sierra Morena.

EL VESTIDO ORETANO FEMENINO


    La utilización de más de un vestido o manto en cualquier grupo social va es un distintivo de valor económico; lo mismo que la presencia de una joya aumenta ese grado de riqueza según el número de adornos. Por otra parte el tipo de vestido v la morfología de las damas  indican otro valor de aspecto social, porque responden a un comportamiento del individuo en relación a su grupo. Así los vestidos y joyas o bien conservan una tradición conocida v transmitida dentro del circulo familiar, étnico, o religioso por la carga sentimental o simbólica que tienen> la cual es la fuerza de su transmisión en tanto en cuanto se mantiene el mismo estado; o bien son novedosos por múltiples factores: no tienen una tradición anterior arraigada, entran en un circulo social distinto, o porque cambian las estructuras socio-políticas de la sociedad.
      Desde esta perspectiva, el manto oblicuo es una vestimenta original de la zona sur peninsular, pero que se origina por las corrientes estilísticas del Mediterráneo llegadas en un momento de transformación de las sociedades del período orientalizante. No existe ninguna representación anterior a las del período ibérico antiguo, momento en el que surge la escultura y como ella, toda la "moda" con la inspiración y prototipos aceptados, primero del mundo oriental y posteriormente del griego. Este manto se mantiene en uso evolucionando hasta época romana. Con estas mismas corrientes se introducen también los prototipos de joyas. Y como hemos expuesto supra los colgantes en "U" son una evolución de amuletos con fuerte simbología religiosa.
    En definitiva, consideramos que la dama de Torres por sus ropas y joyas, en general, responde al perfil de una mujer adinerada y por los modelos del manto y tipo de los collares con colgante de tradición orientalizante de valor sacro (amuletos), se modela una mujer con unas raíces o tradiciones antiguas. Pero en el conjunto de joyas lleva un torques que en el mundo ibérico, entre otros valores, tiene el ser rango de la nueva clase emergente de "caballeros aristócratas" (Blánquez, 1997). Interpretamos, pues, que la dama de Torres puede representar una aristócrata, de la nueva clase dirigente ibérica -el torques distintivo de rango- pero que pertenece por herencia a la nobleza más antigua de la región por las joyas de tradición anterior conservadas como patrimonio familiar. Una dama de la misma categoría social puede considerarse la de Castellar.
     Y si el atuendo nos ha permitido algo sobre su representatividad, el análisis de la actitud que refleja la imagen, respecto al observador, nos puede acercar a desvelar su función. La dama tiene una posición estática, formando un todo en ella misma, cuyos brazos es muv posible que se proyectaran hacia delante, o se apoyaran en el cuerpo, dejando visible intencionadamente su vestimenta y joyas. Su altura estaría en una talla media, o normal, dentro de los parámetros de otras esculturas ibéricas (Ruiz Bremón, 1989, p. 113) y teniendo en cuenta que, a los 0,64 m que conserva, hay que sumar las partes perdidas. El tratamiento del cuerpo en  volumen, sin aristas frontales, permite suponer que podía ser vista desde distintos ángulos.

viernes, 17 de marzo de 2017

ORGANIZACIÓN POLÍTICA, TERRITORIAL Y SOCIAL


    La organización política territorial de los oretanos ha sido una de las mejores investigadas por los historiadores. Cástulo sería una de las mayores ciudades de la Hispania prerromana, alcanzando una extensión de 50 ha.
   El territorio estaba organizado de forma centralizada. Las principales ciudades distaban una media de 10 km del Guadalquivir y se situaban en las vías de comunicación, por lo que controlaban un amplio territorio en al que se situaban una serie de poblaciones menores. Estas de una extensión de 5 ha, controlaban los pasos y los límites del territorio.
   A lo largo de todo el territorio aparecerían una serie de torres fortificadas. En la Oretanía se encontraban los más importantes santuarios ibéricos; éstos se situarían tanto en cuevas como en espacios abiertos. En casos como el del Collado de los Jardines (Despeñaperros) se protegían con murallas hasta alcanzar las 25 ha de extensión.
    La mayoría de los santuarios fueron fundados durante el período orientalizante. La producción de esculturas funerarias, los exvotos de bronce, la rica orfebrería, las armas de hierro, las cerámicas pintadas de tipo geométrico muestran la existencia de un importante artesanado especializado, que fabricaría objetos destinados al consumo de las elites.
 Las poblaciones eran como ciudades estado, cada una independiente de la otra.
 Tenían buenos vínculos con los pueblos del exterior y con las gentes procedentes del mar, es decir con sus vecinos y con los colonizadores orientales tanto griegos como fenicios.
   Algunas poblaciones ofrecen rasgos similares a las poblaciones Turdetanas o tartésicas, o quizá conjuntada con las características carpetanas y contestanas, teniendo en cuenta su vecindad, es notable las poblaciones oretanas tuvieran grandes influencias de ellas, o poseyesen una serie de similitudes con las ciudades de las   regiones colindantes a ellas, con las cuales comerciaban y tenían otras clases de relaciones.

ORGANIZACION SOCIAL ENLA ORETANIA

Había gente adinerada que estaba al rededor del régulo o jefe del poblado, , que eran los comerciantes  y artesanos, además de la clase más humilde de carácter agrícola y ganadera.
 También había guerreros.
Se regían por la Fides  o devotio ibérica.
La devotio ibérica era una forma especial de clientela militar existente en la sociedad ibera prerromana. Se trataba de vincularse por una doble vertiente:
  • Por un lado, los clientes o devoti, consagraban su vida a su rey o jefe, al que tenían la obligación de proteger en el combate, a cambio de su protección, mantenimiento y un mayor estatus social, ya que el jefe pertenecía a la clase dominante, y esto se reflejaba en sus clientes.
       La otra vertiente, es la divina. Los clientes, consagraban su vida a una divinidad para que se dignase a aceptarla en el combate a cambio de la salvación de su jefe; por ello, debían protegerle con sus armas y su cuerpo aun a costa de su vida. De ahí, que los devoti, estuviesen obligados a suicidarse en caso de que su jefe muriera, ya que sus vidas eran ilícitas al no haber sido aceptadas en trueque por la divinidad. Cabe destacar que este vínculo se perfecciona con un juramento a la diosa Tanit, la más importante de las diosas de la mitología cartaginesa.
    El ibero realiza la devotio ibérica a cualquier individuo, de ahí que esta institución tenga un carácter disociador, dado que no integra una conciencia de unión a modo o similitud del concepto de patria. Más tarde los romanos la integrarán condicionándola, y aprovechándose a su conveniencia de este cometido.
La devotio se complementaba con otros pactos llamados de hospitium: mediante estos, una persona o un grupo, se integraba en otro.
    La relación subsiguiente era en plan de igualdad, sin la estrecha vinculación de la devotio.
   Esta práctica estaba muy extendida, y no sólo se usaba entre miembros del mismo pueblo: según historiadores clásicos (Tito Livio y Plutarco entre otros), los generales romanos que fueron a la Península, utilizaron escoltas formadas por devoti. Para estos militares, la devotio tenía ventajas sobre la clientela romana: el juramento a los dioses obligaba al cliente con más fuerza, aunque era una fidelidad interesada como la de Sagunto a Roma o la de los edetanos a Escipión. 
     Diversas fuentes incitan a pensar la posibilidad de que la devotio ibérica desempeñara un papel importante en los orígenes del culto al emperador, ya que Q. Cecilio Metelo, durante la Guerra Sertoriana, recibió honores divinos de los indígenas en Córdoba; y al general romano le recibían en las ciudades con sacrificios y altares.
El ritual de la devotio ibérica era el mismo que en el caso de la clientela: la presentación del cliente al patrono, reconocerle como jefe, y la aceptación de dicha persona. Es posible que existiera una ceremonia especial, con un sacrificio ritual, del que quedarían vestigios en el juramento de Ampudio; quizás se tratara de un sacrificio humano y el de su caballo, ya que con ambos se refrendaban los pactos.
Para lo oretanos los animales lo expresaban todo, cada uno en su sitio, representaban la fertilidad y la fecundidad.